Nos llamamos, oficialmente, Hermanas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras. Este es el
nombre que el Espíritu inspiró a nuestro Padre Fundador, Alejandro María Moreno, y con el que ha
sido aprobado nuestro Instituto en la Iglesia. Por eso, es nuestro nombre propio en la misma
Iglesia y en la sociedad.
La sigla, que acompaña nuestro nombre personal, es HPPA.
Nuestro Carisma en la Iglesia es una “experiencia del Espíritu Santo” que se nos ha comunicado
para que vivamos según ella, la custodiemos en fidelidad, la profundicemos cada día más y la
vayamos desarrollando constantemente, en sintonía con el Cuerpo de Cristo, siempre en
crecimiento. Esta experiencia supone y exige una especial y progresiva configuración con la SS.
Virgen María, en el misterio de su Presentación en el Templo, y nos hace revivir sus mismos
sentimientos y actitudes: su total consagración a Dios, su adhesión incondicional a la voluntad
divina, su docilidad activa al Espíritu Santo, su plena disponibilidad, su sencillez y su
abandono confiado en la Providencia.
Nosotras profesamos un entrañable amor filial a la Santísima Virgen y, a imitación suya, creemos
de verdad que Dios nos ama y queremos realizar también, en nuestra vida consagrada, como ella y
apoyadas en su misma fidelidad, la vocación-misión que de él hemos recibido.
La Eucaristía, en cuanto Sacrificio y en cuanto Sacramento, constituye el centro mismo de
nuestra vida consagrada, de nuestra espiritualidad y de nuestra misión evangelizadora.
En nuestra vocación-misión de Adoradoras, procuramos que, a imitación de Cristo y de María, toda
nuestra vida -lo que somos y lo que hacemos- sea una liturgia viva.
Nuestra vida consagrada y nuestra misión apostólica, se desarrolla, principalmente, en el ámbito
de la Parroquia, Comunidad de Fe y parte viva de la Iglesia Particular a la que pertenecemos.
Por nuestra vocación, colaboramos activamente con el Párroco, como fieles y eficaces auxiliares
suyas, en todas las dimensiones de la vida parroquial, sobre todo, viviendo nosotras mismas y
promoviendo en los demás una auténtica vida eucarística: la celebración, el culto y la adoración
de la SS. Eucaristía.